¡Cosas que no tienen sentido!

El Espíritu de Dios me ha creado; me infunde vida el hálito del Todopoderoso. Job 33:4, NVI online.

Cuando se acercan por primera vez al mundo de la ciencia moderna, algunos tienen la sensación que las respuestas son categóricas, que todos los descubrimientos ya se han realizado y que el modelo de evolución del universo y de la vida está comprobado. Pero cuando el estudiante de ciencias se enfoca en los detalles, comienza a descubrir que muchas de las cosas que los medios masivos de comunicación dan por sentado, carecen de sustento científico.

Por ejemplo, hagamos una pregunta sencilla: ¿Por qué surgió la vida en el universo? Esta cuestión es solo una de entre los infinitos interrogantes. Si escuchamos las ideas evolucionistas, la casualidad y la selección natural deberían ser la respuesta, dado que la vida surgiría a partir de la unión de algunas partículas que, en su mayoría, todavía están allí afuera en el universo, ¿no es así?

Pero a pesar de la ciencia moderna y toda la tecnología, las famosas hipótesis de algunos científicos aún carecen de comprobación. ¡Así es! Y esto es tan incierto que un grupo de periodistas quiso encontrar respuestas científicas a las principales preguntas que incomodan a la humanidad. El artículo apareció en julio de 2008, titulado “29 cosas que no tienen sentido”, revista Muy Interesante (edición en portugués).

Entre esas grandes preguntas estaba la que formulamos al principio. ¿Sabías que no existen elementos suficientes en la evolución para construir una teoría capaz de explicar cómo surgió la vida en el universo? A cierta altura del artículo, los periodistas dicen: “Lamentablemente, esa historieta del big bang y del surgimiento y evolución de la vida todavía esté lejos de explicar el asunto. Todo el mundo parece entender qué sucedió para que el universo produzca vida, pero nadie puede explicar por qué nació configurado para permitir todas esas maravillas. Parece una casualidad abrumadoramente grande” (pág. 30).

El hecho que tiene perplejos a los científicos que tratan de descubrir ese porqué es que todas las leyes físicas, químicas y biológicas parecieran estar correctamente configuradas, ordenadas y adaptadas para que la vida aparezca. Todo indica que la vida surgió con un propósito.

Innumerables detalles deben estar minuciosamente ajustados, equilibrados al milímetro, para que podamos experimentar este momento de lectura. Pero, para algunos científicos, solo estamos aquí porque ciertas regulaciones específicas de las leyes de la física -la intensidad de la gravedad o el nivel de atracción entre los electrones y protones, partículas que componen los átomos, se combinaron correctamente para permitir nuestra existencia. (pág. 31).

Entonces, ¿qué es más fácil? Creer en un Dios que demuestra su acción a través de la Biblia, reconocida por la historia, por los hallazgos arqueológicos y por los vestigios presentes en la naturaleza, como el diluvio; o que todo se acomodó a partir del big bang?

Esta clase de preguntas se responden mejor observando las evidencias que apuntan, como dijo el patriarca Job, al Dios creador y sustentador de la vida.