Pareja de palomas

La palomita herida

Una mañana muy fría, de viento y nieve, el matrimonio Suárez viajaba en su automóvil por una ruta, atravesando un campo cercano a su casa. Toda la zona estaba sembrada de altas plantas de avena y una bandada de palomas estaba comiendo las semillas que habían caído sobre el camino. Al pasar el auto todas escaparon volando, pero una no podía volar, así que se escondió entre las plantas. Entonces, el señor Suárez detuvo el auto, se bajó y comenzó a buscar a la paloma. Cuando la encontró, la levantó y se dio cuenta que tenía un ala quebrada. Con mucho cuidado, se la llevó para curarla.

Ya en la casa le vendó el alita y le preparó una gran jaula hecha con juncos secos trenzados. Por las noches guardaban la jaula dentro de la casa, pero durante el día la dejaban afuera, colgada de un árbol cercano, con comida y agua. A los pocos días se acercó a la jaula una paloma macho, y permaneció alrededor de la jaula durante todo el día entonando un hermoso canto. Lo extraño es que era invierno, y durante el invierno esa clase de palomitas no cantan, pero nuestro amiguito venía todos los días a acompañar a la palomita herida, cantándole hermosas canciones.

Bandada de palomas

El matrimonio Suárez decidió dar un nombre a este palomito. Y le pusieron Carlitos. Todos los días disfrutaban viendo la hermosa amistad de esta pareja de palomas. Así pasaron casi dos meses, hasta que un día el señor Suárez abrió la jaula y liberó a la palomita, porque ya estaba curada. Ella voló rápidamente hacia un árbol cercano y pronto se le arrimó Carlitos, muy feliz, saltando alrededor de ella. La parejita nunca se alejó de la casa, y llegada la primavera hicieron un nidito en un árbol cercano y… ¡Tuvieron pichones!

Así como Carlitos acompañó siempre a la palomita herida sin abandonarla a pesar del invierno, Jesús siempre está con nosotros, sobre todo cuando estamos heridos o tristes. ¡Él es nuestro mejor amigo!