¿Macroevolución o microevolución?

“Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo eres, y al polvo volverás”. Génesis 3:19, versión NVI online.

En el pasaje bíblico destacado Dios le habla al ser humano justo después de la entrada del pecado para comunicarle que, desde ese momento y hasta ahora, las condiciones originales no serían las mismas. Ahora el ser humano tendría que trabajar con esfuerzo físico para obtener alimentos y, finalmente, después de agotar sus energías vitales, sobrevendría la muerte. Dios revela a la primera pareja un futuro diferente al que había planificado.

En los círculos científicos, quien manifiesta su creencia en una creación sobrenatural por medio del Dios Creador, es considerado ingenuo o simple. Los creacionistas sostienen que Dios creó todos los seres vivos, es decir, de su mano salieron los primeros ancestros de las especies modernas. Pero un evolucionista sostiene que todas las especies, es decir, todo ser vivo, incluido el hombre, evolucionaron de una sola célula, hace millones de años atrás. Por esta suposición, los evolucionistas han llamado fijistas a los creacionistas, ya que creen que todo ha permanecido invariable o fijo desde la semana de la creación.

En el pasado, muchos prominentes creacionistas adoptaron una posición extremista, principalmente los creacionistas católicos. Ellos heredaron ese pensamiento de Platón, el filósofo griego. En aquella época, aquellos que creían en una creación divina eran llamados fijistas. El término era muy apropiado, pues esas personas defendían la idea de que Dios habría creado a todos los seres vivos exactamente como son hoy, y aún habría designado el lugar donde iban a vivir, es decir, su hábitat. Así, para ellos, Dios habría creado el canguro como lo conocemos y habría elegido a Australia como su hogar. Esto se basaba en la perfección de la creación divina.

Por eso, cuando los científicos evolucionistas presentaron claros ejemplos de cambios y transformaciones en los seres vivos, los fijistas no supieron dar respuesta científica a favor del creacionismo.

Muchas publicaciones científicas citan hallazgos paleontológicos de seres vivos que demuestran la “evolución” de su anatomía y fisonomía a lo largo del tiempo. Con esto, buscan desacreditar a los creacionistas, especialmente a los que sostenían el fijismo.

Observemos la gran variedad de razas de perros:

Ya no existen fijistas entre los creacionistas. Los creacionistas modernos sostienen que Dios creó tipos básicos de seres vivos y colocó en sus genes el potencial para sufrir cambios limitados. El creacionismo admite que existen cambios dentro de la especie. Pero, que un anfibio (como el sapo) pueda haber sufrido sucesivas transformaciones mediante mutaciones genéticas al azar y haya llegado a ser un reptil (como el cocodrilo), ya no es sostenible para un creacionista. Los evolucionistas creen en lo que llamamos macroevolución. Pero los creacionistas hablamos de microevolución para referirnos a los cambios dentro de una misma especie.

Lo que ocurre es que el público general termina creyendo que esas pequeñas “evoluciones” dentro de una especie (como los perros o las mariposas) son evidencias de una macroevolución. Ese es el problema. No hay evidencia alguna de macroevolución en la naturaleza.

Los creacionistas actuales sostienen que Dios creó una serie de tipos básicos de plantas y animales que serían capaces de cambiar con el tiempo, pero estos cambios no excederían ciertos límites establecidos por el Creador. El plan original del Creador fue interrumpido por el pecado. Desde entonces, hubo transformaciones dentro de las especies, hasta llegar a lo que vemos. Así que cada ser tiene un tipo básico único y perfecto y, con el tiempo, hubo cambios (adaptaciones).

Entonces, ¿creó Dios a los dinosaurios? Dios creó un tipo básico, un ancestro, pero bajo la acción del pecado habría sufrido cambios, año tras año, generación tras generación, formando la mayor parte de las cosas que tenemos hoy y que teníamos antes. Por ejemplo, basta mencionar que el 99% de toda la vida en la Tierra se extinguió en el período Cámbrico (de acuerdo con la evolución) o una inundación (de acuerdo con la Creación). Lo que tenemos hoy es un recordatorio claro de lo que Dios previó para los humanos en el Edén.

También hay que recordar que todos los seres antediluvianos eran enormes. El Diluvio permitió que la naturaleza organizara nuevamente la vida sobre la Tierra. ¡Y qué bueno que así fue! De lo contrario, hoy tendríamos que convivir con dinosaurios de 20 metros de altura, o con ladrones y asesinos que podrían vivir casi mil años…

Dios sabe lo que hace. Él está al control. Él sabía que la naturaleza tenía que reorganizarse para que tú y yo tengamos la oportunidad de conocer su plan y salvarnos del pecado para siempre. Dios ha prometido cambiar todo y recrear nuestro planeta. Él asegura que lo corruptible se vestirá de incorruptibilidad. Entonces, algún día, ya no volveremos al polvo, ya no trabajaremos por obligación o necesidad, sino que la perfección se restaurará para siempre. ¡Qué promesa maravillosa! ¿No es así?

Para docentes: La revista impresa Historia de la Vida, Nivel II, año 4, volumen 2 se dedicó a analizar el tema de la microevolución y macroevolución. Revisa las sugerencias pedagógicas preparadas para realizar online.