Beneficios del jugo de uva

Beneficios del jugo de uva

“Y dijo Dios: he aquí os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer” (Génesis 1: 29, RVR 1960 online).

La vid es una liana enredadera muy valorada por su fruto, que se desarrolla en un ciclo anual de dos etapas. Dependiendo del lugar, tiene una etapa de crecimiento y maduración y otra de reposo invernal.

Con el aporte de agua y los calores primaverales, las yemas invernales crecen, dando origen a nuevos brotes que son tiernos y verdes. A estos nuevos brotes se los conoce como los pámpanos. Luego de un breve tiempo aparecen los racimos de flores que finalmente se convierten en bayas.

Las uvas contienen una gran variedad de compuestos químicos y pesos moleculares cuya cantidad total y proporción va a depender de la variedad, el área de producción, la climatología, las técnicas agrícolas y el procesamiento de prensado.

La pulpa está constituida por metabolismos primarios como la glucosa, la fructosa y los ácidos orgánicos, principalmente los ácidos málicos y tartáricos.

La cáscara está formada por compuestos fenólicos y compuestos aromáticos solubles que contribuyen al color, al sabor y al aroma del fruto. Dentro de los compuestos fenólicos se encuentran los flavonoides y no flavonoides.

Dentro de los flavonoides, se distinguen los antocianos, que son los pigmentos responsables del color de la uva. Los flavonoles o catequinas confieren el sabor amargo y astringente. Estos se encuentran tanto en la cáscara como en las semillas.

Dentro de los compuestos no flavonoides se encuentra el resveratrol, apreciado por su poder antioxidante.

Cada vez más, diversas investigaciones demuestran que el consumo del fruto de la vid es un agente protector del estrés oxidativo. Las células del organismo están en continua formación de radicales libres. Algunos surgen por el propio metabolismo endógeno del organismo, por reacciones de defensa del sistema inmunológico y en otros casos aparecen por factores externos como el tabaquismo, la contaminación del aire, la radiación ultravioleta o ciertos medicamentos. En pequeñas cantidades y proporciones no producen efectos negativos. Sin embargo, cuando se produce un desequilibrio, se generan efectos tóxicos o patológicos como enfermedades arterioescleróticas (enfermedades coronarias, accidentes cerebrovasculares, obstrucción vascular) y daños en los ácidos nucleicos, lesiones o mutaciones celulares, que pueden derivar en la aparición de tumores.

En este sentido, el resveratrol, por su estructura molecular, elimina los radicales libres, inhibe la oxidación lipídica y reduce la formación de hidroperóxidos. Por estas propiedades, se lo considera un agente protector contra los desórdenes cardiovasculares, enfermedades neurodegenerativas, diabetes mellitus de tipo 2 y el cáncer. También se ha demostrado que presenta propiedades reductoras de la glucosa en sangre, antiplaquetarias y antinflamatorias.

Por su gran sabiduría, el Creador dejó al alcance del hombre el fruto de la vid para protegerlo de enfermedades crónicas degenerativas. Su amor es eterno y su cuidado infinito. Sin embargo, para resguardarlo del efecto nocivo del alcoholismo, en su Palabra se halla un sabio consejo:

“No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa. Se entra suavemente. Más al fin como serpiente morderá” (Proverbios 23:31, versión RVR 1960 online).

Una vez más, la Palabra de Dios corrobora lo que la ciencia actualmente está descubriendo, que el alcohol incrementa el estrés oxidativo celular y produce daños a nivel celular.