El poder de una semilla

El poder de una semilla

¿Con qué vamos a comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola podemos usar para describirlo? Es como una semilla de mostaza: cuando se siembra en la tierra, es la semilla más pequeña que hay, 32 pero una vez sembrada crece hasta convertirse en la más grande de las hortalizas, y echa ramas tan grandes que las aves pueden anidar bajo su sombra. (Marcos 4:30-32, Nueva Versión Internacional online).

Todos sabemos que una semilla puede ser buena, pero si el terreno es malo, la germinación no prosperará y, aunque pueda llegar a producir cierta cosecha, no alcanzará el máximo rendimiento. Las semillas son muy importantes para la vida de todos los seres vivos. Se encargan de proteger el embrión, además de garantizar la dispersión o la propagación de la futura planta.

Como sabes, una semilla puede permanecer “dormida” por largos períodos de tiempo. En ella se concentra la energía necesaria para sobrevivir en condiciones adversas. La mayoría de las plantas son capaces de independizarse recién germinadas y empezar a absorber agua y nutrientes del suelo por sí mismas. Al mismo tiempo, desarrollan hojas y captan luz para realizar la fotosíntesis, y así elaborar las sustancias que necesitan incorporar a sus tejidos, independientemente de su forma, tamaño y número.

Conocer qué va a suceder con la germinación y el surgimiento de las semillas que vamos a sembrar en el campo nos ayudará a realizar una siembra más eficiente. Los científicos que se encargan de estudiar todo lo relacionado con las semillas son los ingenieros agrónomos. Observa algunas curiosidades que los ingenieros agrónomos han descubierto acerca de la forma, la cantidad y el tamaño de las semillas:

  • Forma. Existen semillas de múltiples formas. Algunas son sencillas, otras más complejas. Gran parte de esta variedad está relacionada con la dispersión, es decir, con las posibilidades de transporte que tienen las semillas. Y no nos referimos al transporte en barcos o camiones. Con dispersión nos referimos a los mecanismos particulares utilizados por la naturaleza para diseminar las semillas hasta llegar al suelo fértil. Por ejemplo, la mayoría de las semillas que pasan por el aparato bucal y el tracto digestivo de animales son esféricas u ovoides, para evitar que las mastiquen y facilitar que resbalen. Las semillas que utilizan corrientes de agua están diseñadas para mantenerse a flote y no aumentar su peso aún cuando se mojen. La estructura interna de estas semillas posee bolsas de aire, tejidos esponjosos, o simplemente son anchas y se mantienen a flote. Las semillas dispersadas por el viento suelen tener alas o aletas. ¡Algunas son muy extrañas! Las semillas de las plantas gramíneas suelen ser pequeñas y alargadas, en forma de punta, lo que les permite introducirse más fácilmente en las grietas de los suelos. Lo mismo sucede con las semillas redondeadas de tamaño pequeño, como la semilla de mostaza, que citó Jesús para ejemplificar el crecimiento y desarrollo de su reino.

  • Tamaño. Tomando como base una gran cantidad de registros de peso de semillas de todo el mundo, se ha calculado que el peso promedio de las semillas de árboles es de 328 mg, el de los arbustos de 69 mg y el de las hierbas de 7 mg. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que este valor es un promedio, y que para cada forma de crecimiento hay muchas especies con valores superiores y otras tantas con valores inferiores. Entre las familias de las palmas hay especies con semillas muy grandes, como el coco, que mide hasta 30 cm; en cambio, existen otras familias como las leguminosas, que tiene semillas de muchos tamaños. Las semillas más pequeñas que se conocen pertenecen a un grupo especial de plantas que se caracteriza por obtener su alimento en formas particulares; son saprófitas o parásitas.

  • Número. El número o cantidad de semillas que produce una planta es, probablemente, tan amplio como sus tamaños y formas. ¡Una sola cápsula de la orquídea Cychnoches chlorochilon contiene casi 4 millones de semillas! Un árbol grande del Betula de zonas templadas o un árbol de Ceiba o Adansonia de zonas tropicales, producen miles de semillas en un año. En cambio, otros árboles solo producen entre diez y mil semillas por año. Algunas herbáceas anuales de regiones secas llegan a producir solo entre 10 y 20 semillas durante su ciclo de vida, especialmente si crecen bajo condiciones desfavorables. El número de semillas que produce un ejemplar en un año puede ser muy variable con respecto al otro año. Entre los factores que modifican este número, está el vigor general de la planta, el número de flores formadas, la eficiencia de la polinización, así como las condiciones fisiológicas y del medio ambiente que existen durante la formación de las semillas.

Concluimos que la razón del tamaño, la forma y el número de las semillas de una especie y sus variaciones no pueden ser explicadas totalmente por los científicos. Podría parecer que las semillas de mayor tamaño son más favorecidas porque contienen más reserva; sin embargo, en ocasiones de sequía, una semilla pequeña capta más agua para germinar, se acomoda mejor en la microtopografía del suelo, y, por lo tanto, abarca una amplia gama de espacio y situaciones. Por otro lado, cuando los recursos a que tiene acceso una planta son limitados, se reduce el número de semillas producido, y no su tamaño.

El Creador ha establecido en cada semilla un complejo abanico genético que les permite adaptarse a las condiciones ambientales bajo las cuales se originó, vive y se reproduce, respondiendo a sus necesidades de dispersión y el esfuerzo requerido para formar la semilla, y su número, entre otros factores.

El hombre puede seleccionar la semilla, guardarla, clasificarla y sembrarla, pero es el Creador quien determina sus tiempos. La Biblia señala:

“…otras semillas cayeron en buena tierra, y sus espigas crecieron muy bien y produjeron treinta semillas, otras sesenta y otras cien” (Marcos 4:8, Traducción en Lenguaje Actual online).