El reino animal

Si tuvieras que explicar qué es un animal, tendrías que comprender ciertas características propias de este reino. Es relativamente fácil señalar ejemplos de animales como una jirafa, una ballena o un gato; pero definir con precisión por qué todos ellos son animales requiere un análisis más profundo. El ser humano se distingue de los animales, y aunque naturalmente tiene simpatía por ellos, ha cargado de significado negativo al término, cuando lo utiliza para referirse a una persona ignorante, grosera y violenta, que actúa sin reflexionar y demuestra fuerza bruta. Es muy importante cuidar el reino animal, y cómo lo hacemos habla bien claro acerca de nuestra misión en este mundo.

“La grandeza de una nación y su progreso moral, pueden ser juzgados según la forma con que tratan a los animales” -Mahatma Ghandi.

El ser humano ha aprovechado la destreza de algunos animales como medio de transporte, ha aprovechado sus pieles y cuero para la elaboración de vestidos y calzados, ha aprovechado su carne y leche para alimentarse, ha aprovechado su belleza para contemplarlos encerrados en acuarios y zoológicos. Además, la ciencia humana ha aprovechado algunos animales para la investigación y elaboración de sueros y vacunas, y para probar nuevas medicinas o cosméticos.

Características fundamentales del reino animal

  • Células. El cuerpo de los animales está formado por miles y millones de células, organizadas en tejidos que cumplen diferentes funciones: piel, nervios, músculos, huesos, etc. Además, sus células son eucariotas y tienen núcleo diploide (con doble juego de cromosomas) y están rodeadas de una membrana celular flexible que les permite cambiar y reorganizarse, formando estructuras de diferente complejidad.

  • Alimentación. Los animales son heterótrofos, es decir, necesitan del alimento generado por otros seres vivos. En cuanto a su dieta, pueden ser herbívoros o granívoros y consumir alimentos de origen vegetal; carnívoros, es decir, consumen la carne de otros animales; insectívoros u omnívoros, o sea, consumen carne y vegetales. También hay animales carroñeros, que se alimentan de animales en descomposición, cumpliendo una importante función ecológica.

  • Reproducción. Según su forma de gestación y nacimiento, pueden ser ovíparos, si nacen de un huevo; ovovivíparos, si nacen de un huevo desarrollado en parte dentro del cuerpo de la madre y finalmente en el exterior; vivíparos, si las crías se gestan en el cuerpo de la madre y finalmente nacen por parto natural. Todos los animales tienen la capacidad de reproducirse sexualmente, es decir, son capaces de generar individuos genéticamente diferentes a sus progenitores.

  • Sistema nervioso. Todos los animales cuentan con un sistema nervioso en diferente estado de desarrollo y complejidad. Este sistema les permite sentir dolor o bienestar y percibir las acciones del medio que los rodea. En esto se distinguen de las plantas, que no cuentan con este sistema. Los sentidos de algunos animales están mucho más desarrollados que los del ser humano, y les facilitan la adaptación y supervivencia en el entorno en que habitan.

  • Respiración. Las células de los animales consumen oxígeno, es decir, tienen un metabolismo aeróbico. Sin embargo, la mayoría de las células animales también pueden respirar mediante procesos anaeróbicos, como la fermentación, pero estos procesos son mucho menos eficientes que los que usan oxígeno. El desecho del metabolismo animal puede ser en forma de agua, CO2, urea, ácido úrico, etc.

  • Desarrollo. Desde que un animal se concibe hasta que muere, atraviesa distintas fases de desarrollo. En el caso particular de los animales mamíferos, desde que se junta el óvulo con el espermatozoide hasta que el organismo está listo para el nacimiento suceden cambios sustanciales. Por ejemplo, en general, se va conformando un organismo simétrico; es decir, una disposición regular de sus estructuras corporales. Los tipos más habituales son la simetría radial y la simetría bilateral.

Vertebrados e invertebrados

Los vertebrados son aquellos animales que poseen una espina dorsal o columna vertebral, como las aves, los peces, los reptiles, los anfibios, los mamíferos, etc. Los invertebrados no tienen espina dorsal, como los artrópodos, entre ellos los insectos, los arácnidos y los crustáceos, los moluscos, los poríferos, los equinodermos, los anélidos, los nematodos, los cniarios y los platelmintos.

Los animales fueron creados por Dios en el 5° y 6° día de la creación, antes que el hombre (Génesis 1:20-25). Compartimos muchas características fisiológicas y anatómicas con ellos, pero no somos animales; aunque a veces nos comportemos peor que ellos. Dios hizo al hombre con el propósito de que sea libre para decidir y actuar, lo formó con sus propias manos y lo dotó de características especiales “para que señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias de la tierra, y sobre todo animal que se arrastre en la tierra” (Génesis 1:26). Lamentablemente, la mala decisión del ser humano permitió que el mal corrompiese la perfección original del Creador, y muchos animales se hicieron salvajes y peligrosos para el hombre. Además, muchos cambiaron su dieta basada en plantas por una dieta basada en la carne de animales.

Respeto y responsabilidad hacia los animales

El propósito original de Dios para los animales es que fuesen una compañía armoniosa y útil para el ser humano. Actualmente, algunas mascotas cumplen la función de compañeros para cuidar y ayudar a niños y adultos con características diferentes. A esto se lo conoce como animaloterapia. Esto nos recuerda la profunda relación que nos une con los animales y nuestra responsabilidad hacia ellos para protegerlos de la maldad y el egoísmo de los seres humanos.