¿Es posible la moral sin Dios?

¡Sin Dios no hay moral! Esta hipótesis se comprueba en la historia de la humanidad. Quienes defienden las teorías que niegan el origen sobrenatural de la vida y de todo lo existente lo saben muy bien. Esas teorías son incapaces de explicar satisfactoriamente porqué el ser humano establece y quebranta leyes morales. Ningún código ético humano tendría razón de ser si la ley de la supervivencia del más apto fuese la base de la existencia.

Si pensamos un mundo sin Dios creador, la idea de una sociedad que se dirija por leyes morales y éticas sería vista tan solo como una teoría más. Estas leyes serían vistas como un límite innecesario y optativo, tal y como suele pasar en la actualidad.

¿De dónde se obtiene, entonces, el concepto sobre la existencia y realidad de las leyes morales y éticas? De la misma existencia de Dios. En la mayoría de las culturas no era discutible la existencia de una deidad creadora, todas y cada una de ellas establecían sus normas de vida en base a lo que su “dios” requería. Cuando en 1859 Charles Darwin publicó sus ideas en El origen de las especies sentó las bases de la cosmovisión evolucionista de los orígenes y causó gran revuelo en el ambiente científico y religioso. En su libro describe un proceso imaginario e hipotético para el origen de la vida en este mundo.

Contrariamente a esto, el cristianismo enseña que la vida en el universo tiene su origen en Dios, y que la persona humana guarda en su estructura la imagen de su Creador y es semejante a él en lo ético y moral (Génesis 1:26, 27). El registro bíblico establece que, aun antes de la creación de este mundo, ya se habían establecido los parámetros que regirían la existencia y las condiciones para la vida. Estos estatutos morales y éticos fueron otorgados por un Dios amante a los primeros seres humanos, para que los respeten, sin perjuicio de su libertad de conciencia.