Espiando el interior del organismo

Espiando el interior del organismo

Ya has notado que los seres humanos pueden ser muy diferentes por fuera, en su aspecto físico, color de piel, altura, contextura, etc. Pero, ¿sabías que en el interior, todos tenemos las mismas características? Nos referimos a nuestra estructura interna, nuestros huesos, nuestro esqueleto. ¿Cómo lo sabemos?

“Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón”. (Hebreos 4:12, Nueva Versión Internacional online).

¿Alguna vez te hicieron una radiografía? ¿Has visto una radiografía? ¿Qué descubriste? Las radiografías son posibles gracias a que existen los rayos X. Estos rayos son un tipo de luz, invisible para las personas, pero cargada de mucha energía. Por lo tanto, debemos utilizarlos con cautela, pues estos rayos son peligrosos.

La luz nos permite ver todo lo que nos rodea. Los rayos del sol o de las fuentes de luz artificial se reflejan en los objetos de tal manera que nuestros ojos pueden percibir diferentes colores y formas.

Los rayos X están hechos de un tipo de luz que puede atravesar la superficie de las cosas, atravesando casi todo tipo de objetos. Pero cuando los rayos encuentran objetos densos reaccionan diferente. Pueden dejar una impresión o silueta de los objetos más densos. Cuanto más densos, la silueta que dejan es más clara.

Los rayos X se utilizan en medicina. Cuando un médico tiene dudas sobre si un hueso está roto o no, solicitará al paciente una placa radiográfica. El procedimiento es sencillo. Si sospecha que pudo haberse roto un hueso en la mano, el paciente debe colocar su mano en una máquina que disparará los rayos desde un cañón. Detrás de la mano se coloca una película fotográfica que revelará el camino de los rayos X. Si hay un hueso roto, los rayos pasan a través del espacio óseo, lo que permite ver en qué estado está.

Una vez que se revela la película, el médico puede ver el contorno de los huesos y los tejidos. Es la famosa radiografía. Como los rayos X no son beneficiosos para nuestras células, las personas deben exponerse solo a una pequeña cantidad de rayos X. Los radiólogos (que son los encargados de realizar las radiografías) deben protegerse de la exposición a los rayos X. ¿Cómo lo hacen? Se refugian en habitaciones recubiertas con plomo, lo que impide el paso de los rayos X.

¿Recuerdas aquel superhéroe que tenía visión de rayos X? ¡Él no podía utilizarla a través de superficies recubiertas con plomo! Tú sabes que Superman no existe, pero los rayos X son reales. Y ayudan a salvar vidas, porque nos permiten observar lo que hay dentro de las personas sin tener que cortarlas.

Así como los rayos X revelan lo más profundo de nuestro organismo físico, cuando leemos la Palabra de Dios descubrimos que su mensaje penetra hasta lo más íntimo de nuestro corazón. Dios nos conoce perfectamente por dentro y por fuera. Él es nuestro Creador y cuando leemos la Biblia estamos recibiendo una dosis de “rayos X” espirituales, que revelan cuáles son nuestras verdaderas intenciones y propósitos. El texto bíblico de Hebreos 4:12 nos recuerda que la Palabra de Dios es más penetrante que los rayos X y tiene el poder de diagnosticar todas nuestras intenciones, aunque no se las hayamos contado a nadie. Lo único que puede detener los rayos de la Palabra de Dios es una actitud orgullosa. Es creer que Dios no tiene nada para decirnos.

Pero vale la pena escuchar a nuestro Creador. Solo él puede comprender lo que hay en nuestro interior.