
La evapotranspiración
Algo interesante, que nos remonta a la creación misma, es la evapotranspiración. Está registrado en el Génesis, el primer libro de la Palabra de Dios, en el capítulo 2, versículos 4 al 6, lo siguiente:
“Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos, y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra […] sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra.”
El ciclo de la evapotranspiración se produce mediante la evaporación del agua presente en la superficie terrestre, junto con la que está en mares, ríos y lagos y la que procede también de la tierra, incluyendo la transpiración de los seres vivos, especialmente de las plantas.
Como resultado de este proceso se determina la formación de vapor atmosférico, que, al condensarse, retorna a la superficie en forma de precipitación líquida o sólida. Desde el principio, Dios ha determinado una cantidad total de agua para nuestro planeta y mediante el proceso natural de la evapotranspiración se realiza el reciclado del agua, pasando por sus distintos estados.
La evapotranspiración se produce desde:

Si observamos el intercambio energético entre la superficie terrestre y la atmósfera podemos predecir la cantidad de evapotranspiración aplicando el principio de conservación de la energía: la energía que llega a la superficie debe ser igual a la energía que sale de la misma, en un tiempo específico. Si consideramos la evapotranspiración, podemos aprovechar el cuidado de la cubierta vegetal en el ambiente, aplicando estos principios.
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