La importancia de la miel

“Yo he descendido para librarlos de la mano de los egipcios y para sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y amplia, una tierra que fluye leche y miel, al lugar de los cananeos, heteos, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos.” (Éxodo 3:8, Reina-Valera 2015 online)

Ya conoces a las abejas. Pero, ¿alguna vez visitaste una colmena? ¿Sabes qué es y cómo funciona?

Quizas mientras jugabas en el patio trasero de tu casa o en un parque habrás visto una pequeña bolita marrón pegada en algún árbol o bajo el alero del techo de alguna vivienda. Esas son las colmenas, el hogar de las abejas. Ellas construyen la colmena para abrigarse y producir miel.

¿Y qué es la miel? Es un líquido espeso, de color amarillento y sabor muy dulce. Para fabricarla, las abejas pasean de flor en flor recogiendo el néctar para luego procesarlo con las enzimas digestivas. Así, la miel que produce la abeja se almacena en la colmena para servirles como alimento. Pero no son solo las abejas las que consumen miel, ¿no es así?

Las abejas producen miel como su alimento.

Los osos, así como ciertas especies de pájaros, son aficionados a este dulce alimento fabricado por las abejas ¡y los seres humanos también! Los investigadores han descubierto que la miel es muy saludable y nutritiva, aparte de sus propiedades medicinales, pues posee un gran poder antibiótico que ayuda a combatir los resfriados, las gripes, los dolores de garganta y hasta las alergias.

La miel ayuda en el proceso de cicatrización de una herida, reduce el insomnio y en muchas otras funciones orgánicas que los científicos descubrieron con el paso del tiempo. La miel puede ser el ingrediente para cocinar tortas y pasteles o hasta productos cosméticos. ¡Y todo gracias a las abejas!

¿Te preguntaste por qué las abejas producen miel? ¿Será que evolucionaron de algún otro ser vivo? Las evidencias indican que todos los fósiles de abejas hallados ¡siempre fueron abejas! No existen insectos intermedios entre la abeja ancestral y las modernas. Ya que la evolución propone que la gran diversidad de seres vivos proviene de un ancestro común, entonces deberían existir formas primitivas de abejas. Pero todo lo que la evolución afirma de los fósiles de las abejas son teorías e ideas de cómo podrían haber supuestamente evolucionado. Sin embargo, no hay ninguna evidencia real o palpable de evolución.

Todas las evidencias que poseemos apuntan a que las abejas surgieron así como son en la actualidad, para desempeñar su función principal y para auxiliar en el proceso de la polinización de las plantas.

Además de los problemas relativos a su supuesta evolución, todavía existen otras cuestiones a resolver. Por ejemplo, su manera de encontrar un campo de flores con néctar y de comunicarse con otras abejas de la misma colmena para avisarles del descubrimiento y la ubicación de tal campo. Ese poderoso sentido de orientación haría quedar mal a un GPS moderno. Lo que sí se sabe con seguridad es que las abejas muestran un diseño y una destacada perfección. Una planificación perfecta, un proyecto que muestra señales claras de la acción de Dios.

En la Biblia la miel se relaciona con la promesa de liberación del pueblo de Israel, cuando estaba cautivo en Egipto. Dios les aseguró que iba a llevarlos a una tierra mejor y abundante, una tierra de gran prosperidad que llenaría de alegría sus corazones. Y Dios también mantiene la misma promesa de darnos un lugar perfecto, donde posiblemente existan mejores productos que la miel. ¿No es eso una promesa animadora?

Y tú, ¿ya has leído tu Biblia hoy?