Las capas de la tierra

Las capas de la tierra

“Porque en su mano están las profundidades de la tierra, y las alturas de los montes son suyas” (Salmos 95:4)

La insondable sabiduría del Creador se revela parcialmente cuando analizamos los cimientos de nuestro hogar: el planeta Tierra. “Tuyos son los cielos, tuya también la tierra; el mundo y su plenitud, tú lo fundaste” (Salmos 89:11). La estructura de la Tierra, más allá de lo que nuestros ojos pueden observar, está conformada por capas bien diferenciadas, desde el suelo que pisamos hasta los estratos más profundos, antes de llegar al centro o núcleo.

  • La corteza. Es la capa más superficial de la tierra. Sobre ella vivimos y nos desarrollamos. Su espesor varía entre 12 km en los océanos y 80 km en las zonas montañosas de los continentes. Los elementos más abundantes en esta capa son el silicio, el oxígeno, el aluminio y el magnesio. Existen dos tipos de corteza, a) la corteza oceánica, que cubre aproximadamente el 55% de la superficie de nuestro planeta, y b) la corteza continental, formada por rocas ígneas, rocas metamórficas y rocas sedimentarias.

Capas de la tierra
  • El manto. Se encuentra entre el núcleo y la corteza. Ocupa aproximadamente el 85% del volumen de la Tierra y tiene un espesor de 2.900 km. Está conformado por el manto superior, que es fluido y viscoso, y el manto inferior, que es sólido y elástico. Está compuesto principalmente de una roca oscura y rica en hierro, silicio y magnesio, llamada peridotita. La temperatura varía entre 100°C en contacto con la corteza y 3.500°C en contacto con el núcleo.

  • El núcleo. Es la capa más profunda y central del planeta. Mide aproximadamente unos 3.500 km de espesor. Es una gigantesca esfera metálica formada por una capa interna sólida, llamada núcleo interno, cuya temperatura oscila entre 4.000°C y 5.000°C, y una capa externa semilíquida, llamada núcleo externo. El núcleo tiene hierro y níquel, y pequeñas cantidades de cobre, oxígeno y azufre.

La Wikipedia señala que el conocimiento científico de las capas de la Tierra es escaso y se basa principalmente en teorías y estudios geofísicos indirectos, en especial en el estudio de la propagación de las ondas sísmicas, y en el estudio de muestras de rocas de gran profundidad que son traídas hacia la superficie por la orogenia o por el vulcanismo. La curiosidad de la ciencia por obtener muestras directas del manto es muy alta. Se intentó en vano obtener una muestra del manto, con el proyecto de perforación oceánica denominado proyecto Mohole. La mayor profunidad alcanzada en este proyecto, abandonado por su enorme coste en 1966 fue de 180 m bajo el suelo marino. En 2005 la tercera más profunda prospección alcanzó 1.416 m bajo el fondo marino desde el barco de perforación JOIDES Resolution. Una nueva tentativa se llevó a cabo en 2007. Esta vez se usó el navío japonés Chikyu para perforar 7.000 m en la corteza oceánica, cerca del triple de la profundidad máxima alcanzada en los fondos oceánicos, con el objetivo de obtener materiales de la discontinuidad y de las capas del manto superior situadas inmediatamente debajo.

En marzo de 2007 una expedición compuesta por una docena de científicos liderada por el profesor Roger C. Searle (Universidad de Durham, Reino Unido) exploró una región submarina de unos 4.000 metros de diámetro, ubicada a 4.900 metros de profundidad en el océano Atlántico a medio camino entre las costas de África y Sudamérica. La zona llamó la atención de los científicos por creerse que en la misma el manto terrestre se encuentra expuesto, no existiendo corteza detectable en este particular lugar. Empleando un robot explorador dirigido por control remoto, se realizaron perforaciones en tres zonas distintas del área expuesta del manto. Las perforaciones estaba previsto que tuvieran 4 cm de diámetro y 1 metro de profundidad. La misión duró unas seis semanas y estuvo compuesta por geólogos y oceanógrafos del Centro Oceanográfico Nacional (NOC, en sus siglas en inglés) de la ciudad inglesa de Southampton.

A medida que nos sumergimos en las profundidades de la Tierra podemos comenzar a comprender un poco más el poder del Creador. Esto nos anima a mirar de vuelta hacia los cielos y confiar en que además de ser nuestro Creador, es nuestro Sustentador. Su Espíritu mantiene firmes los cimientos de nuestro planeta y de nuestra vida.

Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar” (Salmos 46:2)

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