¿Sabes cómo fue creado el ser humano? En el sexto día de la Creación, Dios modeló al hombre con barro, usando sus propias manos. Hizo cada detalle, ¡no se olvidó de nada! Después, sopló el aliento de vida en su nariz. Para crear a la mujer, él hizo que el hombre se durmiera y, a partir de una de las costillas de Adán, el Señor creó a Eva. Eso ¿no es maravilloso?

“Y dijo Dios: ‘Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza’. Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó” (Génesis 1:26, 27).

Ingredientes necesarios

2 tazas (té) de harina de trigo
1 cuchara (té) de bicarbonato de sodio
2 cucharas (té) de jengibre en polvo
1 cuchara (té) de canela en polvo
½ cuchara (té) de nuez moscada rallada
½ cuchara (té) de clavo de la India rallado
100 gramos de margarina
1 taza (té) de azúcar morena
2 tazas (sopa) de miel
1 huevo

Junta todos los ingredientes para hacer un bizcocho diferente, en forma de muñeco. Recuerda modelar las piernas, los brazos, la cabeza y el tronco. Antes de colocarlo en el horno, sopla en la nariz de tu muñeco, como Dios hizo con Adán. ¿Qué es lo que va a suceder? ¡Nada! Solamente Dios puede dar vida.

Pasos

1. En un recipiente, tamiza la harina, el bicarbonato, el jengibre, la canela, la nuez moscada y el clavo. Resérvalo.

2. En una olla pequeña, coloca la margarina, el azúcar morena y la miel. Pídele a un adulto que lleve eso al fuego, resolviéndolo constantemente hasta que se forme un caldo espeso. Coloca ese caldo sobre los ingredientes que tamizaste antes y revuélvelo muy bien.

3. Cuando la masa no esté tan caliente, junta el huevo y mueve todo hasta que se suelte del fondo del recipiente.

4. Coloca la masa en una bolsa plástica o en un trozo (suficientemente grande) de PVC y deja todo en la heladera durante un día. Al día siguiente, pídele a un adulto que encienda el horno a 180º. Mientras el horno se calienta, modela tus muñecos.

5. Forra la asadera con papel manteca y coloca en ella los muñequitos. Déjalos asar durante doce minutos. Saca los bizcochos de la asadera solamente después de que estén absolutamente fríos.