No bebas esa agua

“Bebe el agua de tu propia cisterna y de los raudales de tu propio pozo” (Proverbios 5:15, Reina-Valera 2015 online)

¿Has estado alguna vez en la playa? Es agradable y divertido construir castillos de arena y sumergirse en el océano. Pero hay que tener mucho cuidado, porque no se puede beber agua de mar. Suena ridículo, ¿no? Después de todo, es agua, y no deberíamos tener problemas para beber agua, ¿verdad?

¡Pero no es así! El agua del océano es extremadamente rica en cloruro de sodio, que es la composición química de la sal, la misma sal que usamos en la cocina para sazonar y salar los alimentos. La ingestión de esta agua llena de sal provoca la pérdida de agua de nuestro cuerpo, dejándonos deshidratados y pudiendo causar nuestra muerte.

¿No es curioso? El agua es solo agua, ¿no es así? ¡Así es! Pero, no es totalmente así. El agua potable, es decir, aquella que podemos consumir, ha sido limpiada de residuos que pudieran dañarnos. El agua de mar, rica en sal, además de darte más sed, incluso puede matarte.

Proceso de potabilización

Proceso de potabilización

Pueden verse iguales mirándolas en un vaso, pero solo una de ellos es apta para el cuerpo humano. Eso es porque necesitamos asegurarnos que el agua que consumimos no tenga sustancias y organismos que nos puedan traer enfermedades. ¡Y eso no es todo! Además, el agua potable se caracteriza por no tener color (incolora), olor (inodora) ni sabor (insípida). Como si esto fuese poco, es necesario analizar sus características químicas, físicas y biológicas con un microscopio, porque a simple vista no podemos saber qué bacterias contiene el agua.

El proceso de tratamiento para obtener agua potable se llama potabilización. Durante ese proceso se comprueba su nivel de acidez (pH), se analizan las sustancias químicas y las bacterias que contiene el agua al inicio del proceso.

Más del 70% de la superficie de nuestro planeta está cubierta de agua. Pero ¡solo el 2,5% de esa agua es agua dulce, que podemos transformar en agua potable y consumir! Así que no se puede ingerir cualquier agua, solo se puede beber agua potable.

Pero, ¿existe agua potable en la naturaleza? Por supuesto que sí. Existen arroyos, vertientes, lagos y aguas subterráneas. La extracción de agua subterránea se logra haciendo un pozo desde la superficie de la tierra. También es posible consumir agua de lluvia o incluso potabilizar el agua de mar, quitando la sal y convirtiéndola en agua apta para el consumo.

Aunque parezca tan natural abrir el grifo o la canilla en tu casa y tomar agua de allí, millones de personas aún tienen dificultades todos los días para conseguir agua potable. El agua es escasa, aunque esencial para la vida.

En la Biblia, Jesús se presenta a sí mismo como la Fuente del agua de la vida. Él nos invita a tomar de esa agua para que nunca más tengamos sed. Es un hermoso símbolo de la vida eterna que nos ofrece, ¿verdad?

Por el contrario, la Biblia también compara a las malas compañías con el agua contaminada, o con el agua “de otro pozo”, como señala el versículo que leíste al principio de este artículo. Recuerda: No debes beber cualquier agua; siempre acude a la Fuente de la vida que nos ofrece Jesús.

Entonces, ¿has leído tu Biblia hoy?