¿Qué no vio Darwin?

Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa. Romanos 1:20, NVI online.

¿Cómo definirías a una persona testaruda o terca?

Son aquellos que tienen una idea fija en la mente, que funciona como un filtro de la realidad que ven. Es decir, los tercos creen que todo lo que observan está relacionado con su idea previa. ¿Sabes? A veces los evolucionistas actúan de la misma manera. Darwin visitó las islas Galápagos, en Ecuador, y salió de allí convencido de sus ideas acerca del origen evolutivo de la vida. Pero, ¿realmente fue a buscar pistas o ya tenía su idea elaborada?

Según prominentes evolucionistas, una de las principales contribuciones de Darwin fue demostrar que el ser humano tiene “parientes” o ancestros homínidos. Su “descubrimiento” lo impulsó a afirmar que no existía un Creador. Por el contrario, la vida y el hombre eran el resultado de un proceso de construcción natural, a lo largo de millones de años.

Darwin y otros evolucionistas observaron el registro fósil y descubrieron que los seres vivos aparecían en un momento dado del registro y desaparecían justo arriba. Algunos muy cercanos y otros muy lejanos. Darwin entonces reunió a aquellos que él creía “parecidos” y los colocó lado a lado, y los no tan parecidos, más distantes.

De esta forma registró un conjunto de líneas que mostraban el origen y la muerte de esos seres, dando origen a los árboles filogenéticos. Su objetivo pareció noble para muchos: unificar los organismos diferentes de la Tierra en una imagen unificada de descendencia que los ligara, con sus modificaciones, unidos por una ley de la naturaleza que él llamó la selección natural. La ciencia fue, pues, liberada de milagros. Por lo menos, fue lo que él pensó.

Para justificar ese proceso de evolución a lo largo del tiempo y sin la acción de un Creador, Darwin pensó que cada ser debería estar emparentado con el resto. Lo que hizo entonces fue conectar los puntos, buscando establecer una “conexión” entre ellos, el famoso “eslabón” que conectaba las especies. Para ese entonces, la teoría de la evolución o modelo de evolución ya estaba conformado.

Modelo propuesto por el evolucionismo

Modelo propuesto por el creacionismo

En su opinión, las variaciones entre especies surgían aleatoriamente, sin dirección o propósito, en la base de la vida. Actualmente, los evolucionistas responsabilizan de estos cambios a los genes y sus mutaciones. Para evitar parecer milagrosas, las variaciones tendrían que ser pequeñas y graduales, haciendo poca diferencia al organismo, excepto por algún leve incremento en calidad, que él llamó “aptitud”.

Pero lo que se percibe es que el llamado árbol de la vida no presenta los famosos eslabones de transición, muchos organismos diferentes necesitaban ser unidos por líneas de descendencia común con enormes lagunas entre sí. Incluso hoy, tratar de reunir los llamados eslabones perdidos no ha sido fácil.
En la naturaleza de modo general, podemos ver y constatar el cuadro creacionista, pero no el evolucionista.

Esta imagen muestra la aparición de varias especies de Moluscos. Observa, nada las une. Así aparecen en el registro fósil.

En esta imagen, podemos ver los mismos datos de la imagen al lado. Pero note que el científico, intentó acercar las ramas, buscando efectuar enlaces que no se encuentran en el registro fósil.

Por lo tanto, hoy por hoy, la teoría de la evolución sigue siendo eso: una teoría. Y los evolucionistas deben creer en lo que no se ve. Ellos no pueden obtener evidencias en el campo. Por todo esto, el evolucionismo no “cierra” las cuentas. Faltan todos esos “eslabones perdidos”.

Cada ser vivo exhibe una gran improbabilidad. La improbabilidad de haber surgido al azar, por el simple paso del tiempo y las combinaciones aleatorias de mutaciones. Este es uno de los argumentos usados ​​por los creacionistas: hay evidencias de un diseño inteligente para la estructura de la naturaleza. Simplificando, los creacionistas afirman que la complejidad que nos rodea por fuera y por dentro de nuestro organismo exige una mente superior que así lo dispuso.

Llegamos así al concepto de complejidad irreducible. Este argumento fue popularizado por Michael J. Behe ​​en su libro La caja negra de Darwin. Allí se sugiere que las formas de vida que hoy conocemos, incluso las más simples, están compuestas de integración de componentes interdependientes, siendo demasiado complejas para haber evolucionado poco a poco por el azar o por la selección natural.

Lo que ocurrió con Darwin sigue sucediendo en nuestros días: dominados por una idea fija de evolución, los científicos no reconocen al Creador aún al verificar una aparición rápida y repentina de la vida. Todavía no se ha encontrado ningún “eslabón perdido”. La naturaleza exhibe las huellas digitales de un Creador. Los científicos dicen que quieren “ver para creer”. Sin embargo, ¿por qué no tienen la misma actitud frente a la teoría general de la evolución?