Maravillosa reproducción de la vida

Maravillosa reproducción de la vida

“Fue así como Dios creó al ser humano tal y como es Dios. Lo creó a su semejanza. Creó al hombre y a la mujer, y les dio esta bendición: ‘Quiero que se reproduzcan, quiero que se multipliquen, quiero que llenen la tierra’” (Génesis 1: 27, 28, Traducción en Lenguaje Actual online).

Fuimos creados con patrones biológicos y alta diversidad genética en nuestras células. Nuestro ser completo revela diseño, somos imagen del Creador que tejió los hilos de nuestro origen, articula los elementos para nuestra existencia y preparó un destino de restauración y vida por la eternidad con él.

Maravillosa reproducción de la vida

Cuando Adán salió de las manos del Creador, llevaba en su naturaleza física, mental y espiritual, la semejanza de su Hacedor. ‘Creó Dios al hombre a su imagen’, con el propósito de que, cuanto más viviera, más plenamente revelara esa imagen- más plenamente reflejara la gloria del Creador. (White, La educación, versión online).

¿Qué funciones y estructuras biológicas creó y activó Dios en el cuerpo para que podamos cumplir con el imperativo de reproducción y multiplicación de la especie humana?

Adán, al igual que todos los hombres, recibió células especializadas para transportar las características propias a sus descendientes. Estas células serán precursoras de las gametas masculinas o espermatozoides, sufren una serie de cambios, su minúsculo cuerpo adopta forma alargada, hidrodinámica, piriforme capaz de movilizarse mediante un flagelo (cola). Su asombrosa transformación ocurre en los testículos, órganos cuyo peso alcanza los 25 gramos cada uno. El escroto, a modo de cubierta protectora, rodea a cada testículo y proporciona un ambiente con temperatura ideal (1,3° C debajo de la temperatura corporal) para favorecer la vida de los espermatozoides.

El cuerpo femenino, si bien es diferente del masculino, tiene órganos pares, los ovarios, que al igual que los testículos, son estructuras preparadas en cuyo interior se transforman ciertas células en los óvulos o gametas sexuales femeninas. En toda la vida fértil de una mujer, estos órganos pares, alternando su trabajo mes a mes, producen cerca de 600 óvulos que expulsan hacia el exterior. Cada ovario solo tiene el tamaño de una almendra, no supera los 3 cm de longitud y su peso alcanza unos 7 gramos.

El óvulo se une al espermatozoide en el proceso conocido como fecundación. Esta tiene algunas particularidades. Por ejemplo: el espermatozoide se prepara o “capacita” ya que cambia mientras atraviesa los órganos femeninos. Este cambio culmina con la desestabilización de su membrana plasmática que posibilita que se una a la zona pelúcida del ovocito, que la atraviese y se fusione con la membrana plasmática de él. Ayuda a esta fusión, la presencia de enzimas en la porción anterior del espermatozoide que se denomina acrosoma. Estas sustancias químicas “desarman” la zona pelúcida permitiendo la fecundación, mientras la zona de la “cola” se va perdiendo y separando.

Ambos sexos tienen una serie de órganos preparados para facilitar ese “encuentro”. Si bien los ovarios producen las células sexuales, otros órganos como las Trompas de Falopio, lo recepcionan para continuar con su descenso. En la zona de la Trompa próxima al ovario, suele ocurrir la fecundación. En caso de que la fecundación suceda (en el lapso de un día), la célula del nuevo ser (la cigota) viajará hasta otro órgano: el útero, que la ha de recibir, ya transformada en una pequeña masa celular (blastocisto)para implantarse en sus paredes. En este órgano, el blastocisto forma la placenta que ha de utilizarse como órgano de intercambio nutritivo y de desecho entre la sangre materna y la embrionaria. Aquí termina de desarrollarse el nuevo ser atravesando la etapa de embrión a la del feto. El cambio de embrión a feto viene determinado por algunas características: la adquisición de la evidente forma humana y los movimientos respiratorios.

Maravillosa reproducción de la vida

El hombre, por su parte, además de los testículos posee otros órganos que participan de la reproducción. Dentro de los testículos hay un conjunto de tubos pequeños llamados seminíferos, estos conducen a los espermatozoides inmaduros hacia el epidídimo que ayudará en la maduración y adquisición de movilidad de estas gametas. Con toda la energía del movimiento generado por las mitocondrias de la zona medial, los espermatozoides se dirigen por la uretra atravesando el pene hacia el exterior. En su recorrido reciben el aporte proveniente de diferentes glándulas como las bulbouretrales y la prostática. Un líquido proteico-mucoso originado en las vesículas seminales contribuye al volumen del semen que transporta a los espermatozoides en su viaje.

Sin lugar a dudas, nuestro Creador nos ha realizado de una manera asombrosa. La reproducción es una función primordial. Por medio de ella podemos traer otras vidas a la existencia que albergan porciones de nuestra identidad biológica y otras particulares y exclusivas. La capacidad de perpetuación de nuestra especie nos ha de recordar siempre e indefectiblemente que fuimos creados en una semana especial, en un acto íntimo, que somos criaturas, que fuimos hechos a imagen y semejanza divina y que nuestra existencia es evidencia de su poder y su amor.

Maravillosa reproducción de la vida

Por eso, hagamos nuestras las palabras de Job:

“Dios hace cosas tan maravillosas que es muy difícil comprenderlas, y más aún, hablar de ellas” (Job 9:10, TLA online).