Vivir en condiciones extremas

Alrededor del globo terráqueo existen regiones donde la temperatura desciende varios grados bajo cero, desafiando el desarrollo de la vida animal y vegetal, con condiciones como el agua en estado sólido, largos períodos de oscuridad, fuertes vientos y otros fenómenos extremos.

Estos lugares son ambientes casi imposibles para la vida. Sin embargo, a pesar de las inclemencias climáticas, en casi todos los lugares del planeta existe vida. Dios dotó a las criaturas de capacidades que les permiten adaptarse, aún en situaciones muy adversas.

Si bien en el reino vegetal, cada especie presenta un patrón definido, cada individuo es particular e irrepetible en su manera de crecer y desarrollarse. Este crecimiento morfológico les permite afrontar con naturalidad la crudeza del clima. En estas regiones, las plantas son de baja altura, en forma de matorrales o rastreras, permitiéndoles aprovechar los nutrientes del suelo y soportar los fuertes vientos sin desarraigarse.

Durante las nevadas, las plantas quedan recubiertas de una capa de nieve que actúa como aislante térmico. Para soportar las inclemencias del tiempo, algunas especies producen una resina o pilosidas que les permiten retener la humedad y calor.

En el caso de las plantas leñosas, al entrar en la estación otoñal, disminuyen la actividad fisiológica para alcanzar un reposo vegetativo. Por otro lado, otras especies aumentan la concentración de jugos celulares, generando líquidos anticongelantes y evitando el endurecimiento de los distintos tejidos.

Como en estos lugares muy fríos las plantas no pueden contar con los insectos para la dispersión del polen y las semillas, estas últimas son de pequeño tamaño, lo que favorece su dispersión. Algunas semillas quedan enterradas en los suelos helados, y cuando las condiciones climáticas lo permiten, especialmente en la estación más cálida, estas semillas germinan.

Con respecto a los animales, la mayor dificultad es mantener la temperatura corporal. En el caso de los homeotermos, quienes mantienen su temperatura corporal dentro de ciertos parámetros, independientemente de la temperatura ambiental, conservan el calor a través de gruesas capas de pelo, pluma o grasa subcutánea. Por otro lado, los ectotermos, quienes dependen de fuentes de calor externas para mantener su temperatura corporal en niveles óptimos, aprovechan los períodos más cálidos del año para desarrollar sus ciclos vitales.

En las regiones donde las estaciones están bien definidas y los animales pueden hacer provisión de reserva, algunas especies optan por la hibernación. En este estado, los animales sufren una caída importante de temperatura (hipotermia), con una disminución de las funciones metabólicas, lo que les permite sobrellevar el invierno con mayor facilidad y les permite evitar la exposición a la intemperie.

La adaptación de la vida vegetal y animal a las temperaturas extremas es una muestra más del amor de Dios y de los cuidados del Creador hacia sus criaturas.