El Universo de Dios

El Universo de Dios

“Para el científico que ha vivido de su fe en el poder de la razón, la historia termina como una pesadilla. Ha trepado por las montañas de la ignorancia, está a punto de conquistar el pico más alto, y conforme se encarama sobre la última roca, le da la bienvenida un grupo de teólogos que llevan varios siglos allí sentados”. Robert Jastrow

Es entendible que las ciencias no sean algo con lo que todo ser humano tenga cierta afinidad, entienda o pueda explicar, pero es necesario que como cristianos manejemos algunos conceptos básicos en cuanto al sustento de una naturaleza creada y más aún, de un universo creado. En las próximas líneas nos vamos a centrar en este último ítem.

Si uno logra hablar con hermanos de iglesia o incluso teólogos sobre el Big Bang, la mayoría se coloca en una postura sin sustento, diciendo que son puras teorías. Esta situación desperdicia una oportunidad única para fundamentar que Dios existe.

Por definición, el Universo es la totalidad del espacio y del tiempo, de todas las formas de la materia, la energía, el impulso, las leyes y constantes físicas que las gobiernan.

Georges Lemaître fue un sacerdote belga, matemático, astrónomo y profesor de física que propuso lo que se conocería como la teoría del Big Bang que da origen al universo, él la llamó «hipótesis del átomo primigenio» o el famoso «huevo cósmico».

Ahora bien, según Lemaître, el Universo comienza con un estallido de energía y se expande en todas direcciones y sentidos. Otro nombre para esta expansión es  “tiempo”. Antes de esta idea, propuesta en 1929, se creía que el Universo era temporalmente infinito, es decir, que no tuvo principio.

Finalmente, en 1965, Arno Penzias y Robert Wilson confirman que el Universo tuvo un inicio, al descubrir la radiación de fondo de microondas; algo así como la energía residual después de la gran explosión. De repente, ¡la Biblia tiene razón! El Universo tuvo un comienzo.

Ese comienzo es sustento para las fluctuaciones cuánticas, las conocidas leyes de la naturaleza. Eso demuestra que se puede crear algo a partir de nada, siempre y cuando ese algo esté regido por leyes naturales como la física cuántica y las leyes de la relatividad.

De esto inferimos que las leyes y fuerzas de la naturaleza no son físicas, sino que actúan sobre lo físico; por lo tanto, tienen que preceder al Universo mismo.

Recapitulando, tenemos un conjunto de fuerzas que llamamos leyes de la naturaleza. Estas:

  • No son físicas.
  • Tienen capacidad de actuar sobre lo físico.
  • Permiten la creación de lo físico a partir de la nada absoluta.
  • Preceden al universo, a lo que nosotros conocemos como la noción del tiempo.

Estas características nos resultan muy familiares a los cristianos:

  • La naturaleza de Dios no es física: “Dios es espíritu…” Juan 4:24.
  • Dios crea lo físico a partir de la nada: “en el principio creó Dios los cielos y la tierra” Génesis 1:1, “… de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” Hebreos 11:3
  • Dios precede al Universo, lo que nosotros conocemos como la noción del tiempo: “el eterno Dios es…” Deuteronomio 33:27
  • Dios actúa sobre lo físico, la clara muestra eres tú en este momento leyendo esto. Pero por las dudas aportamos un versículo para fundamentarlo: “para nosotros, hay un solo Dios, el Padre, de quien proceden todas las cosas, y para quien nosotros vivimos; y un Señor Jesucristo, por medio de quien son todas las cosas, y por medio de quien vivimos.” 1 Corintios 8:6

¡Qué ventajas tiene un cristiano creacionista que puede disfrutar de verdades que luego serán comprobadas por la ciencia!

Por Julio César Acevedo