La alimentación

La alimentación

Una vez más, la ciencia confirma los consejos de la Biblia sobre la alimentación.

En la actualidad, estamos acostumbrados a consumir alimentos empaquetados o enlatados, tales como galletas, fideos, mayonesa, atún, etc. Cada vez resulta más habitual consumir alimentos con sabor a frutilla o naranja, pero no solemos consumir esas frutas en estado natural.

Los aparentes beneficios de consumir alimentos saborizados son múltiples. Son más fáciles de transportar que las propias frutas, ofrecen sabores concentrados, se pueden conservar por más tiempo en su envase original (que suele contener plásticos o cartón). Pero todos estos beneficios impactan en la salud del organismo. Las estadísticas demuestran que las enfermedades crónicas no transmisibles aumentaron en la población mundial a partir del consumo de alimentos procesados y envasados.

Uno de los principales ingredientes de los alimentos industrializados es la sal. Se la utiliza para realzar el sabor de los productos alimenticios, ya sean salados o dulces. La sal ayuda a conservar los alimentos y mejorar su textura, contribuye a estimular la recepción del sabor equilibrando los sabores dulces y amargos y aumentando la salivación. La sal siempre se ha usado para conservar los alimentos naturales. La retribución que recibían los soldados romanos por su trabajo era justamente algunos costales de sal, por esa razón hoy se conoce como salario a la retribución mensual de los trabajadores en relación de dependencia. Lamentablemente, la industria alimenticia abusa del uso de la sal en la producción de los alimentos elaborados.

Según algunos estudios científicos, el 77% del sodio ingerido proviene de los alimentos procesados, el 12% corresponde al contenido de alimentos naturales y solo el 11% restante se agrega al cocinar y en la mesa. (Mattes, 1991). La alimentación actual, basada en alimentos procesados y escasa en frutas y vegetales, además de hacernos ingerir demasiado sodio, es pobre en potasio (Durán, 2002). No ingerir suficiente potasio puede desencadenar enfermedades como la hipertensión; porque el déficit de potasio aumenta la presión arterial (Gallen, 1998).

Las personas consumen, en promedio, alrededor de 10 gramos de sal al día, cuando deberían consumir la mitad. La Organización Mundial de la Salud ha recomendado que los países tomen medidas sobre el uso excesivo de la sal para disminuir el número de personas que padecen enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.

La Biblia nos aconseja que consumamos alimentos naturales para una mejor salud y una mejor percepción intelectual. Según investigaciones, los pacientes hipertensos que aumentan el consumo de vegetales y frutas y, por lo tanto, el aporte dietético de potasio, evidencian una mejoría en los signos de disfunción endotelial y un mejor pronóstico cardiovascular (Mc Call, 2009).

“Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos. (Efesios 5: 15-16, NVI online).

  • Mc Call, C. M. (2009). “Dietary intake of fruits and vegetales improves microvascular function in hyertensive subjects un dose-dependen manner”, en Cirulation, 119, 2153-2160.
  • Durán, D. S. (2002). “Ingesta diaria de sodio, potasio y calcio en embarazadas”, en Chile Nutr, 29, 40-46.
  • Gallen, R. R. (1998). “On the mechanism of the effects f potasium restriction on blood pressure and renal sodium retention”, en American Journal Kidney Dis, 31, 19-27.
  • Mattes, D. D. (1991). “Relative contributions of dietary sodium sources”, en American Journal Coll Nutr, 10, 383- 393.