La encrucijada de Lucy

La encrucijada de Lucy

Se ha hablado mucho acerca de los fósiles de “Lucy”, supuestamente la primera Australopithecus afarensis encontrada en noviembre de 1974, en un área remota de la región de Afar, en Etiopía, por una expedición liderada por el paleoantropólogo Donald Johanson. Dicho descubrimiento fue celebrado por muchos como el hallazgo del siglo, y no era para menos, ya que se creía que el dilema del “eslabón perdido” por fin, se resolvería gracias a Lucy.

Con este descubrimiento se abrirían las puertas a una nueva forma de ver la ciencia: esta “señorita” de 3,2 millones de años llegó con aires de grandeza a nuestra era y el mundo entero cayó rendido por su encanto; pero como suele pasar, su efímera belleza solo le duró un corto período de 13 años, cuando en 1987 el creacionista Tom Willis acusó a Johanson de fraude ya que constató que la recolección de los fósiles de Lucy se había hecho en dos lugares separados aproximadamente por 2.5 kilómetros. Sin embargo, ni ella misma hubiera imaginado lo que se vendría después.

En 2006 se reveló el descubrimiento de otro Australopitecus similar a Lucy a la que llamaron “Selam” o también conocida como “la hija de Lucy”. En esta ocasión este espécimen estaba mejor conservado, y terminó por derribar totalmente la débil fama que hasta ese entonces conservaba Lucy. El descubrimiento sacó a la luz que tanto Selam como Lucy no eran homínidos, sino más bien tenían rasgos animalescos.

Como cristianos, nos basamos en las Escrituras para creer que el ser humano ha sido hecho a imagen de su Creador. De nuestro origen se calcula el valor de nuestra existencia; sin embargo, la Biblia también señala que Satanás, a través de los siglos, ha buscado desvirtuar la imagen de Dios y, por lo tanto, la del ser humano, haciendo caer en la necedad aún a hombres de gran intelecto, siendo fieles al método que ellos llaman científico, pero que no toma como premisas la información de la Biblia, el único libro que nos revela el verdadero origen de la humanidad.

“Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles…” (Romanos 1:22,23).