Todo planeado para recibir una visita especial: ¡Tú!

Todo planeado para recibir una visita especial: ¡Tú!

“Haces de los vientos tus mensajeros, y de las llamas de fuego tus servidores. Tú pusiste la tierra sobre sus cimientos, y de allí jamás se moverá” (Salmo 104:4-5, Nueva Versión Internacional online).

¿Alguna vez has tomado un baño de sol? Debes hacerlo en los horarios permitidos, antes de las 10 y después de las 16. Es agradable jugar en un día soleado, y si es posible, tener una playa cerca.

Los científicos calcularon y estudiaron la distancia entre el Sol y la Tierra. Y descubrieron que la distancia que nos separa del Sol es saludable para la vida en este planeta. Si fuese mayor, nos congelaríamos. Tampoco podría ser mucho menor, pues nos quemaríamos. Los astrónomos y científicos utilizan esta distancia como parámetro para reconocer si en algún otro planeta del universo puede sostenerse la vida, al menos como la conocemos nosotros.

Los científicos reconocen que la Tierra no es eterna. Tuvo un principio, en algún momento se formó. Y justamente estamos a una distancia precisa del Sol: ni tan cerca como Venus, donde la temperatura destruye la vida, ni tan lejos como Marte, donde la temperatura acabaría con cualquier posibilidad de vida.

Según los evolucionistas, todo esto fue un gran “golpe de suerte”, es decir, ¡muy, muy afortunado! Para el creacionista, todo estaba planeado y organizado para nuestra llegada; planificado en cada detalle por un Dios de amor.

¿Y cómo sabes si esto fue casualidad o respondió a un plan? Bueno, tenemos que ver algunos factores sorprendentes sobre nuestro planeta. Hay muchos factores, pero veamos la distancia de la Tierra al Sol como un ejemplo.

Si la Tierra estuviese más cerca del Sol, los glaciares se derretirían. Como consecuencia, el nivel del mar aumentaría e inundaría nuestras ciudades costeras. Toda esta masa de agua aumentaría la absorción de la luz solar. Entonces, aumentaría la cantidad de dióxido de carbono y la evaporación, comprometiendo en gran medida la vida, hasta que se completara la evaporación y solo quedara la tierra seca.

Si la Tierra se alejara, ocurriría lo contrario. Nuestro planeta se congelaría, y muchos de sus efectos terminarían con la vida tal como la conocemos. De lo que podemos darnos cuenta de inmediato es que no es suficiente que el planeta esté ubicado en la zona habitable; hay miles, quizá millones, de condiciones para que se proteja la vida.

Para el evolucionista, la distancia entre la Tierra y el Sol es un extraño “accidente”, pero para el creacionista es un maravilloso testimonio de la planificación y el cuidado de Dios, quien crea y mantiene tu vida y la mía.